Han estado al pie del cañón en los momentos más complicados y, ahora, nos cuentan su experiencia. Varios farmacéuticos de la provincia de Pontevedra narran cómo han vivido la pandemia de coronavirus desde el mostrador, analizan la gestión que se ha hecho de ella y comparten las lecciones más valiosas que han extraído de una situación nueva para todos.
En esta entrevista contamos con las impresiones de cinco farmacéuticos de diferentes puntos de la provincia que han vivido esta crisis sanitaria en primera persona:
Maribel Lafuente Cadillo
Farmacéutica adjunta en Pontevedra
Lola Lojo Caamaño
Farmacéutica adjunta en Vigo
Jorge Pérez Vicente
Farmacéutico adjunto en Gondomar
Inés Casas Barbeito
Farmacéutica adjunta en Portonovo
Guillermo Donado Freire
Farmacéutico adjunto en A Estrada
¿Cómo ha sido el día a día en la farmacia desde la declaración de la pandemia y durante el confinamieto de la población?
Maribel: Los comienzos fueron duros, había mucho desconocimiento. Después vino el miedo y, finalmente, el estrés. No estábamos preparados, entre seguridad, higiene, organizar al personal, etc. Hubo una oleada de pacientes con miedo a quedarse sin medicación y personas de riesgo que nos pedían mascarillas. Teníamos miedo por nosotros, por nuestros clientes y, sobre todo, por nuestras familias. Poco a poco, todos nos fuimos adaptando y se ha llegado a una cierta normalidad.
Lola: Inicialmente se observó un aumento de pacientes, en parte como excusa para salir de casa, pero poco a poco la gente se empezó a concienciar. Mucha gente acudía a informarse sobre afecciones leves y a abastecerse de productos de prevención. Con el paso del tiempo, también se vio que acudían a consultar dudas sobre procesos leves que normalmente solían preguntar en su centro de salud.
Jorge: Duro. Personalmente, ha habido días en que he terminado agotado por varios factores: la incertidumbre, por el desconocimiento de la enfermedad y la duración del confinamiento; la carga de trabajo, que se duplicó al reducir el número de personas por turno; y la atención telefónica, que realizábamos al mismo tiempo que la presencial, y que supuso un incremento en el estrés diario.
Inés: Desde la declaración de la pandemia, hemos atravesado distintas etapas en la oficina de farmacia. Las primeras fueron de incertidumbre y nerviosismo. A diario, los pacientes venían preguntando por mascarillas y geles hidroalcóholicos de los que no disponíamos. Nuestra labor principal esos días fue la de informar sobre las medidas de higiene y precaución, además de concienciar a la población. Costó mucho hacer entender que solo había que salir para lo imprescindible y que nuestras costumbres tendrían que cambiar. A medida que ha avanzado la pandemia, los farmacéuticos nos hemos ido formando a contrarreloj sobre mascarillas y manteniéndonos al día sobre la progresión de la pandemia.
Guillermo: Como el de cualquier farmacéutico, pero incluyendo exigentes y eficaces protocolos de limpieza y desinfección, como pulverizar los billetes con desinfectante o sumergir las monedas en alcohol. Sin duda, los primeros quince días fueron los más intensos. Entre el aumento de los pacientes y que éramos menos personal, prácticamente no salimos del mostrador.
¿Cuáles han sido los momentos más difíciles?
Maribel: Los momentos más difíciles fueron al comienzo, tener que decir que no teníamos mascarillas, que había desabastecimiento. La gente tenía mucha ansiedad y mucho miedo. Había mucha desinformación. Nuestra labor en esos momentos fue la de informar, educar e intentar tranquilizar. Me he sentido muy orgullosa de ser farmacéutica y de haber aportado mi granito de arena en medio de esta crisis.
Lola: El momento más difícil llegó con la falta de material de protección, tanto para nosotros como para proteger a la población que acude a la farmacia. Fue un “sálvese quien pueda”. También fue duro encontrarse la tozudez de algunos pacientes para seguir las normas durante los primeros días. No ayudó nada el cambio de información constante, ya que primero no hacía falta llevar mascarilla, después se recomendaba su uso y finalmente se hizo obligatoria. Minimizar el riesgo al principio, hizo que se tratase como una gripe más, y la gente no fue consciente del peligro real. Además, la escasez de medicamentos como paracetamol dificultó nuestro trabajo diario.
Jorge: El principio, cuando tuvimos que cambiar la rutina diaria. Limitar el aforo de la farmacia, colocar barreras físicas como las mámparas de metacrilato, informar a los pacientes de las medidas que tenían que tomar, etc. Pueden parecer simples detalles pero, sumados a la información que daban los medios, supuso un trabajo psicológico extra. Decidí no ver un telediario al llegar a casa. Me desgastaba más, si cabe.
Inés: Los días anteriores a la declaración del estado de alarma, cuando la población todavía no tenía conciencia de lo que estaba por llegar, además del éxodo de personas de otras comunidades a zonas turísticas como la nuestra, causando gran preocupación entre nuestros pacientes. Fue muy difícil coordinarse al principio entre los trabajadores y establecer protocolos de seguridad e higiene. Todavía ocurren episodios aislados con personas poco colaboradoras con la situación. No son situaciones agradables, pero debemos procurar que todos los pacientes se cuiden unos a otros.
Guillermo: El momento más difícil fue la búsqueda de mascarillas. Primero porque no se conseguían y después porque su precio era un despropósito. En algún momento, hubo que ceder y comprarlas a un precio muy alto porque muchos pacientes las necesitaban con urgencia al ser población de riesgo o tener que ir al hospital. Otra consecuencia ha sido la pérdida de cercanía con el paciente, con las medidas de seguridad se han perdido las tertulias improvisadas que surgían entre vecinos y eso también se echa de menos.
¿Cómo valoras el funcionamiento de la cadena de distribución de medicamentos durante esta crisis? ¿Habéis sufrido desabastecimientos?
Maribel: Funcionó de manera correcta, aunque es cierto que no había mascarillas, geles hidroalcohólicos o termómetros. Incluso llegó un momento en el que no teníamos paracetamol. Es comprensible, ha sido algo totalmente inesperado y nadie estaba preparado para esto.
Lola: Funcionó bien, aunque durante unos días no se pudieron realizar pedidos con otras comunidades y eso nos ayuda a paliar la escasez de ciertos medicamentos. Hubo desabastecimiento en material de protección, como alcohol, mascarillas o guantes, y en ciertos medicamentos como el paracetamol o la hidroxicloroquina.
Jorge: Igual que antes de la crisis. Creo que la medida que se tomó respecto a la hidroxicloroquina fue la correcta. Sin embargo, el desabastecimiento predecible de productos de prevención no nos ha dado buena imagen como sector. Se ha jugado a la ley de la oferta y la demanda con ellos.
Inés: Ha sabido adaptarse a las circunstancias. No se ha apreciado un aumento de desabastecimientos con respecto a periodos anteriores. Sin embargo, no se puede obviar que hubo problemas como la falta de geles hidroalcóholicos o mascarillas, situación que a mi entender responde a la compleja coyuntura internacional.
Guillermo: El servicio en cuanto a horarios de distribución fue el mismo que antes de la pandemia, lo cual tiene mucho mérito, ya que también aumentó considerablemente su carga de trabajo. La parte negativa fueron los desabastecimientos en alcohol, guantes y especialmente en mascarillas. Tuvimos que buscarnos la vida y hacer pedidos por nuestra cuenta hasta que empezaron a darnos servicio.
La farmacia ha demostrado que es una parte imprescindible del Sistema Nacional de Salud con su actuación en esta crisis sanitaria. ¿Cuál consideras que ha sido la labor más importante de la farmacia para la población durante el confinamiento? ¿Y para el sistema sanitario?
Maribel: La farmacia ha sido el centro de información más cercano de la población. Hemos respondido miles de consultas, de manera presencial y telefónica, intentando transmitir tranquilidad, confianza y cercanía. Hemos facilitado el acceso a los medicamentos para que la gente no abandonase sus tratamientos, entregando medicamentos a domicilio con el riesgo que suponía. Hemos aliviado presión al sistema sanitario, ya que mucha gente con miedo a ir al médico recurría al farmacéutico.
Lola: Hemos sido el primer punto de contacto con el sistema sanitario, nuestra puerta siempre está abierta y no hay que pedir hora. Hemos sido fuente de información y consultas, ya que tenemos un trato muy cercano con los pacientes. Nos hemos asegurado de que seguían tomando su medicación, suministrando a domicilio e incluso haciendo llamadas para comprobar su estado de salud y, además, su necesidad de medicación.
Jorge: Hemos estado a la altura y hemos dado una lección de profesionalidad. Una vez más, hemos sido el primer punto sanitario al que han acudido los pacientes, ya sea por confianza, miedo a ir al médico o recomendación. En mi farmacia hemos atendido presencialmente a una media de 200 personas diarias. Es importante reivindicar nuestra labor presencial durante esta crisis, hemos convertido el miedo y el desconocimiento del paciente en respeto e información.
Inés: Mantener informados a los pacientes sobre el SARS Cov-2 y ayudarles en todo lo posible, siendo el primer eslabón de consulta sanitaria cuando los pacientes tenían temor por acudir a los centros de salud. También cubrimos la iniciativa Mascarilla-19, dándole un espacio de seguridad a las mujeres víctimas de maltrato al que poder acudir. Otra labor ha sido la entrega de medicamentos a domicilio a personas con riesgo elevado, resultando muy efectiva.
Guillermo: La farmacia es el establecimiento sanitario más cercano a la población y desarrollamos un trabajo imprescindible. Tranquilizamos a la gente, colaboramos con la Guardia Civil por si detectábamos la ausencia de algún paciente de edad avanzada, llevamos medicación a gente que no podía salir de su domicilio e hicimos de puente entre la Xunta de Galicia y la población para la entrega gratuita de mascarillas. Fuimos la mejor campaña mediática de concienciación para la contención del virus.
¿Crees que la función de los farmacéuticos comunitarios podía haberse reforzado por parte de las administraciones públicas en esta crisis sanitaria?
Maribel: Los farmacéuticos hemos estado abandonados por parte de la administración. No se nos ha tenido en cuenta ni se nos ha apoyado. Somos un medio cercano a la gente, de fácil acceso y confianza. Somos sanitarios, un pilar del sistema de salud, y se nos debería de tener más en cuenta.
Lola: Se podía haber habilitado un canal de comunicación para las dudas y para cargar la medicación de los pacientes sin tener que sobrecargar el sistema cuando los desplazamientos estaban limitados.
Jorge: Las administraciones públicas nos han dejado solos. Es necesario hacer autocrítica y preguntarse por qué ha ocurrido. ¿Por qué el portavoz de Sanidad no nos ha respaldado? Es el momento de reivindicar la profesión como lo que es, una profesión sanitaria, y nuestros pacientes tienen que saberlo.
Inés: Sí, sin embargo, mi apreciación es que no se ha sacado todo el provecho que podríamos como profesionales sanitarios, aportando nuestros conocimientos y trabajo diario con la sociedad. Nos hemos sentido respaldados por los organismos farmacéuticos, que se encargaron de trasladar nuestras necesidades a las Administraciones Públicas, que respondieron tarde y de forma insuficiente. Espero que hayamos aprendido de lo vivido y se reconozca la importancia de todos los sanitarios.
Guillermo: Los farmacéuticos comunitarios de Pontevedra nos sentimos respaldados, coordinados y bien aconsejados por el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Pontevedra. Por ello, pienso que fue una pena que las administraciones públicas no se hubieran apoyado más en nosotros. Pudimos ser la mejor red de distribución de EPIs para la población y fue una pena que hubieran esperado tanto a distribuir las mascarillas a través de las farmacias.
Como profesional sanitario, ¿qué has aprendido de esta situación para el ejercicio de tu profesión en el futuro?
Maribel: Sobre todo, he aprendido a ser más paciente y tolerante, a gestionar los cambios y ser capaz de readaptarme.
Lola: Hemos aprendido medidas básicas para posibles futuras pandemias, así como a darle el valor adecuado a estas situaciones. También a dar importancia a epidemias anuales como la gripe que, a menudo, la población no toma en serio. Otra lección es la de no minusvalorar la información de otros países, ya que puede ser de gran ayuda.
Jorge: A no infravalorar una alerta sanitaria. Cuando el epicentro de la pandemia estaba en Italia y las cifras de contagiados y fallecidos subían, seguía pensando que aquí no llegaría. Era un pensamiento ingenuo.
Inés: A nivel profesional, he aprendido a trabajar bajo mucho estrés e incertidumbre por la situación, pero también a sacar lo mejor de mí misma, dedicándome a diario a informarme. Por otro lado, fue evidente la necesidad de desaprender ciertos comportamientos arraigados que van en contra de las recomendaciones preventivas ante esta pandemia.
Guillermo: He aprendido que somos una pieza clave en el engranaje del sistema sanitario, que tenemos una gran capacidad de adaptarnos a nuevos escenarios y que, a veces, las medidas más sencillas, como el lavado de manos o distancias de seguridad, logran grandes resultados.
¿Cuáles son los grandes retos que tiene ante sí la farmacia en la era post Covid-19?
Maribel: Es una era incierta, pero tenemos que continuar con nuestra labor como hasta ahora. Ante un posible rebrote ya tenemos mucho camino andado, ya estamos un poco más preparados. Los retos son apoyarnos en la tecnología para que todo el sistema asistencial esté en contacto y gestionar de manera rápida los posibles nuevos casos.
Lola: Incentivar a la farmacia por su proximidad, cercanía y disponibilidad; integrar a la farmacia comunitaria en la atención primaria; poner en valor que nosotros también somos sanitarios; y reivindicar nuestro papel en la promoción de la salud y la prevención. Por último, quiero recordar a los compañeros que perdieron la vida trabajando en la farmacia durante esta pandemia.
Jorge: Reivindicar nuestra profesión como profesión sanitaria. Es cierto que la parafarmacia y la dermocosmética son parte del negocio pero, durante la crisis, esos productos no se han movido de la estantería. En cambio, hemos seguido dando atención farmacéutica porque así nos lo han demandado. Además, hemos suministrado medicación a domicilio, algo que espero se siga realizando.
Inés: Aprender de esta pandemia ante posibles rebrotes y futuras pandemias para poder anteponerse a situaciones tan límite. Las medidas de higiene exhaustiva y distancia social deberían quedarse entre nosotros. La situación vivida refleja la escasez material sanitario de protección, así como de recursos en investigación y desarrollo. Otro reto es el de promover con más intensidad las campañas de vacunación de la gripe estacional para evitar el colapso sanitario ante brotes simultáneos de la gripe y la Covid-19.
Guillermo: El gran reto sigue siendo posicionarnos como un establecimiento puntero y multidisciplinar, sanitariamente hablando, y que podamos ser el mejor refuerzo al Sistema Nacional de Salud en situaciones de desbordamiento.