La hiperhidrosis es un trastorno caracterizado por un exceso de sudoración debido a una hipersecreción de las glándulas sudoríparas.
En este artículo, exploraremos en qué consiste esta condición, sus diferentes tipos y cómo afecta la calidad de vida de quienes la padecen. Además, descubriremos las opciones de tratamiento disponibles y algunas recomendaciones higiénicas para controlar el exceso de sudoración.
En la hiperhidrosis, las glándulas sudoríparas presentan una mayor sensibilización a estímulos, produciendo una cantidad de sudor superior a la considerada como fisiológica.
La hiperhidrosis puede tener un impacto negativo en la calidad de vida.
El sudor puede ser tan intenso que dificulte las relaciones personales e incluso llegue a originar discapacidad en el ámbito laboral.
Tipos de hiperhidrosis: primaria y secundaria
La hiperhidrosis puede ser primaria o secundaria. La primaria es de causa desconocida y se denomina hiperhidrosis idiopática. Es la menos frecuente. Su inicio se sitúa en la infancia y suele presentar una mejoría después de la pubertad.
En cuanto a la hiperhidrosis secundaria, aparece como consecuencia de la presencia de una enfermedad de base o como efecto secundario al emplear determinados fármacos. En función de su localización puede ser generalizada –cuando afecta a toda la superficie corporal- o localizada –con afectación de glándulas sudoríparas de manos, plantas de los pies, axilas o la zona de la cabeza.
Tratamientos farmacológicos para la hiperhidrosis: opciones y consideraciones
Actualmente están disponibles distintas técnicas y tratamientos con buenos resultados. El tratamiento farmacológico está principalmente indicado en adultos (ya que hay pocos estudios en niños y adolescentes) y debe ser individualizado.
A la hora de elegir el fármaco más adecuado es importante tener en cuenta el grado y el área corporal afectada así como la aplicación de tratamientos previos.
Recomendaciones higiénicas para controlar el exceso de sudoración
Adicionalmente existen una serie de recomendaciones higiénicas que nos ayudarán a complementar el tratamiento farmacológico y a controlar el exceso de sudoración, como por ejemplo, emplear sustancias antitranspirantes tipo polvos absorbentes o desecantes, vestir con ropa de algodón que permita la transpiración y que vaya holgada, o evitar el uso de prendas apretadas. Al elegir los productos de higiene hay que recurrir a productos que no sean agresivos con la piel pero que sí ayuden con la higiene, ya que es importante mantener una buena higiene corporal.
Existen diversas opciones de tratamiento disponibles que pueden ayudar a controlar y reducir la sudoración excesiva.
En conclusión, es importante consultar a un profesional de la salud para evaluar el mejor enfoque terapéutico en cada caso y seguir algunas recomendaciones higiénicas complementarias que contribuyan a mejorar sustancialmente la calidad de vida.
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