Este 2020 no está siendo el año que esperábamos. Nuestras vidas se han quedado en ‘stand-by’ mientras entre todos tratamos de frenar el avance del coronavirus y nos adaptamos a esta nueva situación. Pero parece que después del confinamiento, por fin podremos disfrutar del verano. Llegan el calor, el buen humor y las esperadas vacaciones.
En esta época son frecuentes las consultas sobre piernas cansadas, un síndrome que se acompaña de sensación de pesadez, fatiga o dolor en esta zona y que con frecuencia es el resultado de una enfermedad venosa crónica. Y es por eso que en este número de Salud Viva os ayudaremos a los que sufrís estos problemas a sobrellevarlos de la mejor manera posible y podáis, así, disfrutar del verano que todos nos merecemos.
Las venas forman parte del sistema circulatorio y su función es conducir la sangre de vuelta al corazón y para lograrlo el trabajo de las venas de las extremidades inferiores es fundamental. Cuando estamos de pie, la sangre para retornar al corazón tiene que vencer la fuerza de la gravedad, para ello el sistema venoso dispone de mecanismos que actúan como un sistema de bombeo lanzando la sangre hacia el corazón: la elasticidad de las venas (son capaces de distenderse y recuperar después su forma original) y la presencia de válvulas en su interior que impiden el retroceso de la sangre favoreciendo el movimiento de la sangre hacia el corazón. De esta forma, y ayudadas por las contracciones de los músculos de las extremidades inferiores, las venas contribuyen al retorno sanguíneo al corazón.
Cuando las válvulas no se cierran correctamente, la sangre se estanca, se dilatan las venas y se produce hinchazón y pesadez. Un exceso continuado de presión, origina que las venas pierdan poco a poco su capacidad elástica y que con el tiempo puedan aparecer varices originando Insuficiencia venosa crónica.
Las manifestaciones de la enfermedad son dolor, pesadez, hinchazón, calambres musculares, prurito, varices, úlceras y trastornos dérmicos entre otros.
Para las personas afectadas por esta patología los meses más calurosos del calendario suponen un auténtico fastidio porque es en esas fechas cuando se agravan los problemas circulatorios en las extremidades inferiores. El exceso de calor puede producir una dilatación de las venas y un enlentecimiento circulatorio.
La insuficiencia venosa crónica es una enfermedad de alta prevalencia en la población, afecta al 20-30 % de la población adulta y es muy común en mujeres en algún momento de su vida, pero no exclusivamente femenina.
¿Quiénes son las personas más afectadas?
Si nuestros padres o nuestros abuelos tuvieron varices, es muy probable que a nosotros también nos toque. Parece que la insuficiencia venosa tiene un carácter hereditario. Tener un pariente con varices aumenta en un 45% el riesgo de que uno mismo las sufra.
La edad también es otro factor a tener en cuenta. Con el paso de los años las venas pierden elasticidad y se deterioran, un escenario idóneo para la aparición de los problemas vasculares. Por otro lado, el sexo también es un factor de riesgo, las varices en mujeres son el doble de frecuentes que en hombres: se ha estimado que un 20% de hombres y 40% de mujeres desarrollarán insuficiencia venosa crónica a lo largo de su vida.
Las anteriores, son circunstancias que se escapan a nuestro control. Sin embargo, hay otros factores predisponentes sobre los que sí podemos actuar, como son el sobrepeso, el sedentarismo, estar mucho tiempo de pie y la exposición al calor.
Y precisamente estos factores que sí son modificables son los que nos permitirán retrasar o evitar la aparición de la insuficiencia venosa crónica y sus complicaciones. Por lo tanto la prevención juega un importante papel en el inicio y desarrollo de esta patología.
El tratamiento de la Insuficiencia venosa en miembros inferiores comienza con el abordaje de los factores de riesgo, la terapia compresiva, el tratamiento farmacológico y la cirugía según la fase de la enfermedad.
Cómo prevenir la insuficiencia venosa
Lo primero es mantener un peso adecuado y reducir el peso en caso de obesidad. Es muy posible que si notamos síntomas como pesadez y cansancio en las piernas al final del día, y no solo en verano, se deba a esos kilos de más. En estos casos cobra vital importancia conseguir bajar de peso porque la obesidad genera más presión en la zona de los tobillos y las pantorrillas y disminuye sensiblemente el retorno sanguíneo.
El seguimiento de una dieta sana y equilibrada no solo nos ayudará a evitar el sobrepeso, sino que además será otro aliado contra los problemas circulatorios. Si seguimos una dieta rica en fibra y baja en calorías evitaremos el estreñimiento ya que también puede favorecer la aparición de varices por un aumento de la presión abdominal (el esfuerzo evacuatorio tiende a frenar el retorno venoso a la altura del abdomen).
Nuestra postura es otro de los factores que podemos corregir. Quizá por el trabajo o por nuestro propio modo de vida pasemos mucho tiempo de pie o sentados. En ambos casos debemos mantener los músculos de las piernas activos y evitaremos que estas situaciones se prolonguen en el tiempo en la medida de lo posible. Cuando estemos sentados no cruzaremos las piernas y moveremos, de vez en cuando, los dedos de los pies, los tobillos y las piernas.
Una buena selección de prendas y de calzado será de gran utilidad. Los zapatos o zapatillas deben ser cómodos y anchos, ni muy planos ni con un tacón de más de tres centímetros. En cuanto a la ropa trataremos de escapar de la vestimenta muy apretada que pueda comprimir u obstruir el flujo venoso, como pueden ser los calcetines o las ligas con las gomas muy ajustadas o los pantalones muy ceñidos.
Playa sí, pero no baños de sol
Las altas temperaturas y la sobreexposición al sol pueden empeorar los problemas circulatorios. En verano no es necesario dejar de ir a la playa o a la piscina, pero sí evitar los baños de sol. Nos protegeremos con una sombrilla, por ejemplo, y aprovecharemos la arena húmeda de la orilla para dar beneficiosos paseos descalzos. Además, mojarse las piernas con agua fría no solo alivia el calor, sino que también mejora los síntomas de la insuficiencia venosa.
Otra de las claves está en los pequeños detalles que nos facilitarán las cosas. Desde hacernos masajes en las piernas en sentido ascendente, desde los tobillos hacia las rodillas, una o varias veces al día; a elevar las piernas 30 grados media hora durante el mediodía. Por la noche descansaremos con los pies en alto –unos 15 centímetros- para que queden por encima del nivel de la cabeza. También podemos aprovechar el momento de la ducha para rociar las piernas durante unos 20 segundos con agua fría.
Por último, debemos ser conscientes de que el ejercicio físico moderado puede ser muy provechoso. Podemos empezar por pasear media hora al día, hacer un poco de bicicleta o natación. El deporte estimula la actividad muscular y con ello el retorno venoso.
Terapia compresiva
Ha demostrado capacidad para reducir los síntomas de la insuficiencia venosa en piernas mejorando la calidad de vida siempre que los usuarios estén dispuestos a llevarlas regularmente. Las medias de compresión son las más utilizadas y varían en el tipo de compresión, talla y modelo, por lo que deben recomendadas por un profesional sanitario.
Y aunque en verano las medias se toleran peor, es conveniente seguir utilizándolas al menos durante las primeras horas de la mañana.