Cuando alguien dice que tiene problemas de tensión todos pensamos en la hipertensión arterial. Es el problema más habitual y el que está relacionado con el riesgo cardiovascular. Pero tiene una contrapartida: la hipotensión.
No me presiones
Todos sabemos, al menos de forma general, cómo funciona el sistema circulatorio. El corazón late, se dilata y se llena de sangre y luego se contrae y expulsa la sangre a través de las arterias a todo el cuerpo. Si Miguel Servet leyera este artículo no le gustaría nada, vamos a puntualizarlo un poco. En nuestro organismo la sangre circula a través de dos circuitos: el pulmonar (o menor) y el aórtico (o mayor). Lo que nos interesa para este artículo es que, cuando la sangre llega desde los pulmones cargada de oxígeno, el corazón se encarga de bombearla hacia todos los tejidos del organismo a través de la arteria aorta.
Cuando la sangre es expulsada del corazón ejerce una fuerza sobre las paredes de las arterias. Esta fuerza es lo que llamamos presión o tensión arterial.
Sístole y diástole: Máxima y mínima
La presión arterial se mide en milímetros de mercurio y siempre se toman dos medidas: la sistólica y la diastólica.
- La sistólica es la presión que la sangre ejerce cuando el corazón se contrae, también se conoce como presión máxima.
- La diastólica es la presión que la sangre ejerce cuando el corazón se relaja.
Se considera una presión arterial normal a los valores en torno a 120 milímetros de mercurio en sístole y 80 milímetros de mercurio en diástole, siempre medida tras unos minutos de descanso.
El equilibrio es imposible
Los valores de tensión varían constantemente. En función de las circunstancias, el corazón late más o menos fuerte y las arterias tienen una capa muscular que se contrae y se relaja para ajustarse a las necesidades. Incluso se regula el volumen de sangre en circulación a través de los riñones. Es muy conocido el “efecto huida”, en el que el corazón late más fuerte y más rápido y las arterias se contraen para asegurar que más sangre llega especialmente a los músculos y poder correr si es necesario. Así que vivimos en un equilibrio dinámico que constantemente se está autoajustado a través de nuestro sistema nervioso autónomo.
Cuando este sistema falla nos encontramos en un grave peligro. Especialmente cuando las arterias envejecen, pierden flexibilidad y se produce una hipertensión crónica. Y más si parecen otras complicaciones como el depósito de placas de grasa en las arterias. Es entonces cuando se dispara el riesgo de sufrir en evento cardiovascular con consecuencias realmente graves.
Pero ¿Qué ocurre cuando la presión está por debajo de lo normal?
Ni tanto ni tan poco
De tanto hablar de la hipertensión parece que tener valores de presión arterial bajo sería lo deseable. Pero es un problema que puede incluso poner en riesgo la vida de quién lo padece. Valores por debajo de 90/60 milímetros de mercurio se consideran bajos.
Una tensión baja puede comprometer la irrigación de zonas clave, como el estómago o el cerebro produciendo mareos, desmayos, visión borrosa, náuseas, cansancio, confusión y exceso de sudoración. Y esto nos lleva al mayor riesgo asociado a la hipotensión: las caídas y los accidentes de tráfico.
La hipotensión como síntoma
Los mareos y la tensión baja pueden deberse a diversas enfermedades como la diabetes, enfermedades coronarias, problemas de la glándula tiroides, alteraciones del sistema nervioso central, infecciones graves o deshidratación. Y también en otras situaciones como el estado físico, el nivel de estrés, el uso de algunos medicamentos o el embarazo.
La hipotensión ortostática y posprandial
La hipotensión ortostática es un fenómeno que casi todos conocemos. Se trata de ese mareo de corta duración que ocurre después de estar acostado o sentado durante mucho tiempo e incorporarse rápidamente. Este fenómeno se debe a que la sangre está acumulada en la parte baja del cuerpo, en las piernas y las vísceras. Normalmente el organismo lo compensa aumentando la frecuencia cardíaca y contrayendo los vasos sanguíneos para favorecer el retorno venoso. El mareo surge cuando los sistemas encargados de compensar fallan durante un momento.
Este fenómeno puede darse en cualquier momento de la vida pero es más habitual en personas mayores, hipertensas y en personas que padecen enfermedad de Parkinson.
La hipotensión postprandial es la que ocurre mientras estamos haciendo la digestión.
Tratamiento y prevención
El tratamiento de la hipotensión depende de su origen y de la intensidad de sus síntomas. En la mayoría de los casos no requiere tratamiento, y cuando lo hace, el tratamiento pasa por evitar la causa. Por ejemplo, si lo provoca un fármaco el tratamiento será cambiar el medicamento o cambiar la dosis; si se debe a un problema de retorno venoso, se pueden usar medias de compresión, etc.
Si el origen no está claro, y es necesario, podemos tratar de subir la presión con diferentes estrategias como:
- Beber agua.
- Comer algo salado.
- Tomar un café.
En caso de tener tendencia a sufrir hipotensión se pueden seguir estas recomendaciones:
- Incorporarse lentamente tras estar un rato sentado o tumbado.
- Aumentar la ingesta de agua.
- Evitar el alcohol y los agentes excitantes.
- Usar medias de compresión.
Muchas veces la hipotensión no se toma en serio, pero, como ya hemos visto, puede ser un síntoma de alguna enfermedad y puede poner en riesgo a la persona que lo sufre. Por lo tanto, en caso de que surja y, especialmente, si ocurre a menudo, es buena idea comentarlo con el médico.
AVAL CIENTÍFICO
CIM del Colegio de Farmacéuticos de Pontevedra
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