El ácido hialurónico es una de esas moléculas que todos conocemos, o, al menos, que a todos nos suenan. Se usa en varios ámbitos de la medicina y la estética para diferentes fines.
El ácido hialurónico es una glucoproteína que se encuentra de forma natural en el organismo,. Está presente en altas concentraciones en la piel y en las articulaciones, pero también en otros tejidos como las encías, algunas estructuras del ojo o el tejido nervioso. Pero a medida que envejecemos, su síntesis disminuye.
En el organismo, el ácido hialurónico se encuentra fuera de las células, en el espacio que hay entre ellas. Su estructura molecular le permite agregarse, creando una malla tridimensional. Esta malla actúa como soporte de muchas otras moléculas, dando forma y consistencia al espacio extracelular. Su principal función es la hidratación y humectación, porque Es capaz de fijar, entre otras, moléculas de agua. De hecho, retiene unas 1000 veces su peso en agua.
En las articulaciones, el ácido hialurónico en combinación con el líquido sinovial, actúa como lubricante. Gracias a esta combinación se evitan las sobrecargas y las articulaciones mantienen un correcto funcionamiento. En algunos procesos de degeneración articular, o en la recuperación tras una intervención, la cantidad de ácido hialurónico puede ser insuficiente o su calidad puede estar alterada. En estos casos se pueden hacer infiltraciones con ácido hialurónico para hidratar y mejorar la lubricación de la articulación. Este tratamiento es temporal. Puede durar unos seis meses, ya que el ácido hialurónico se va degenerando. Después de ese tiempo es posible que haya que repetir el tratamiento.
En la piel, el ácido hialurónico sirve como sostén de las estructuras cutáneas, aportando, no solo estructura, sino también elasticidad e hidratación. Con la edad, la velocidad de producción del ácido hialurónico disminuye, y puede ser interesante aplicarlo a través de productos dermocosméticos o complementos nutricionales, que ayudan a mantener el nivel de hidratación, mejorar la elasticidad y contrarrestar los signos del envejecimiento de la piel, haciendo que esta se vea más firme y luminosa.
Es importante tener en cuenta no solo la concentración, sino también el peso molecular y el tipo de derivado que se utiliza. El ácido hialurónico de alto peso molecular se queda en la superficie de la piel formando una película protectora, hidratando la zona superficial de la epidermis, reduciendo la evaporación y pérdida de agua transepidérmica. Por debajo de pesos moleculares de 300 KDa, peso medio, bajo o muy bajo, penetra en capas más profundas de la piel, mejorando la hidratación y elasticidad, lo que se asocia a una mejora significativa de la profundidad de las arrugas y disminuyendo la flacidez.
En el ojo se encuentra en alta concentración formando parte del humor vítreo, por lo que por vía oftálmica se utiliza en colirios para lubricar e hidratar la superficie ocular, también lo encontramos en soluciones para lentillas, proporcionando viscosidad y facilitando la colocación de las lentillas.
En la cavidad bucal tiene interés por sus propiedades hidratantes, protectoras y de regeneración de la mucosa oral, así encontramos colutorios, geles y sprays con ácido hialurónico.
Otro uso del ácido hialurónico es como hidratante de la mucosa vaginal en casos de sequedad formulado en forma de crema o gel vaginal