Suenan las alarmas: nuestro niño tiene fiebre. Lo cierto es que la fiebre en niños, especialmente en niños pequeños, asusta un poco. En este artículo, saldremos de dudas
La fiebre es la elevación de la temperatura corporal por encima de lo habitual, en niños se considera una temperatura normal hasta los 37,1ºC.
La fiebre no es una enfermedad, es un mecanismo de defensa del organismo para combatir la infección, es un síntoma de enfermedad, pero no la enfermedad.
¿Qué causa la fiebre?
Son muchas las razones por las que un niño puede presentar fiebre:
- Acompañando a enfermedades infecciosas comunes de la infancia.
- Tras la administración reciente de determinadas vacunas.
- Por exceso de abrigo. Los niños no gestionan muy bien su temperatura por una cuestión de inmadurez del sistema termorregulador.
¿Cómo se mide la temperatura corporal?
Hace años que los termómetros tradicionales de mercurio no se comercializan (son tóxicos y muy contaminantes) y a pesar de ello mucha gente pregunta por ellos en la farmacia. Actualmente contamos con tres tipos de termómetros, recordemos que en el botiquín doméstico no debe faltar un termómetro homologado:
- Los termómetros de Galio. El Galio es un sustituto del mercurio, son precisos y fáciles de usar, el problema es que el Galio tarda mucho en “bajar” y resulta poco práctico porque no puedes hacer dos mediciones seguidas en poco tiempo.
- Los termómetros digitales. Los hay grandes, pequeños, flexibles, con luz, sin luz, de colores e incluso que hablan. Son fáciles de usar y de leer. Sin embargo, dada la velocidad a la que leen, pueden arrojar datos poco precisos. Recomendamos hacer varias mediciones.
- Los termómetros de infrarrojos. Pueden ser sin contacto, con contacto,. Son precisos y fáciles de manejar, aunque existen diferentes calidades. Recomendamos leer el manual de instrucciones ya que cada modelo tiene sus peculiaridades. Usados adecuadamente son útiles y muy cómodos ya que permiten comprobar la temperatura sin molestias. Especialmente prácticos en niños.
Clasificación de la fiebre
Tomando como referencia la temperatura medida en la axila, hablaremos de:
→ Febrícula: entre 37,1 y 38 ºC
→ Fiebre: entre 38,1 y 40 ºC
→ Hiperexia: más de 40 ºC
¿Qué debemos hacer si el niño tiene fiebre?
La gran mayoría de los episodios de fiebre se deben a infecciones benignas que no requieren tratamiento específico y que se resuelven por sí solas en pocos días. Estos episodios son frecuentes en los tres primeros años de vida y sobre todo en los meses de invierno. Así que la primera recomendación es mantener la calma. Es importante saber que tener mucha fiebre no es indicativo de la gravedad de una enfermedad. En algunos casos, infecciones severas apenas provocan un aumento de temperatura y, sin embargo, un simple catarro puede elevarla hasta los 40ºC.
Como ya hemos dicho la fiebre es un mecanismo de defensa del organismo y no siempre que se presenta es necesario administrar medicación: Si el niño presenta un leve aumento de temperatura y su estado general es bueno (se muestra contento, come y bebe bien, quiere jugar), basta con ofrecerle líquidos para mantenerle bien hidratado (uno de los riesgos asociados a la fiebre es la deshidratación) y vestirle con ropa ligera (que no pase frío ni calor).
Con temperaturas de más de 38ºC, puede ser necesario administrar medicamentos. Los más empleados para bajar la fiebre son el paracetamol y el ibuprofeno. Como promedio disminuyen la temperatura alrededor de 1ºC-1,5ºC y empiezan a hacer efecto a los 30-60 minutos desde la toma. La dosis y la pauta de administración dependen de la edad y el peso del pequeño y salvo que el pediatra indique lo contrario, no es recomendable alternar la administración de ibuprofeno y paracetamol y así evitar un posible riesgo de intoxicación y errores en la dosificación.
Criterios para consultar al pediatra ante la presencia de fiebre
En niños menores de 3 meses, siempre que se presente fiebre debemos consultar con el pediatra.
En niños menores de 2 años, cuando la temperatura es mayor de 38,1ºC.
Si el niño está decaído, somnoliento, especialmente irritable o presenta malestar general.
Si hay dificultad para respirar, dolor de cabeza o vómitos.
En caso de convulsión. Ante una convulsión febril debemos mantener la calma, son muy alarmantes, pero no peligrosas. Eso sí, hay que acudir al pediatra inmediatamente.
Si aparecen manchas de color cereza o negras en la piel.
Si a pesar de administrar medicamentos antitérmicos, la fiebre se mantiene por encima de los 39ºC.
¿Y qué no debemos hacer?
Hay algunas costumbres que están totalmente desaconsejadas.
Los baños fríos. Sí, a veces se ven en la televisión, pero eso son casos extremos. Un baño con agua templada puede ser una buena opción, pero bajo ningún concepto someteremos al niño a un cambio tan drástico de temperatura.
El uso de paños húmedos para bajar la fiebre puede ser una buena opción, pero no deben humedecerse con alcohol, ni se debe usar alcohol para hacer “friegas”. Nos arriesgamos a intoxicaciones, ya sea por inhalación como por absorción a través de la piel. Por supuesto, tampoco se debe dar al niño bebidas alcohólicas.
Dejar que el niño sude sometiéndole a un calor extremo es una temeridad que pone en riesgo su salud y no ha demostrado ningún tipo de eficacia.
Esperamos que con estas sencillas pautas podamos afrontar el próximo proceso febril de nuestro hijo con más tranquilidad.