Ya lo decía Hipócrates de Cos hace más de 1.600 años en la Antigua Grecia: “Que tu medicina sea tu alimento, y el alimento tu medicina”. Porque una alimentación saludable nos ayuda a proteger nuestro organismo y a prevenir enfermedades.

Pero conseguirlo va mucho más allá de seguir dietas y de contar calorías. Es importante incluir prácticas seguras de manipulación, cocinado y conservación de los alimentos.

Es por eso que en este número 2 de Salud Viva os vamos a explicar cómo llevar a cabo un correcto almacenamiento de los alimentos, en especial de los que ya hemos elaborado.

 

Los cuatro pasos

Para garantizar que nuestros alimentos llegan en perfectas condiciones hasta el momento de su consumo, debemos tener presente cuatro sencillos pasos: limpiar, separar, cocinar y enfriar.

Antes de manipular cualquier alimento seguiremos unas normas básicas de higiene: hay que lavarse bien las manos con agua y jabón y mantener limpias las superficies y utensilios que van a entrar en contacto con los alimentos, especialmente si manipulamos alimentos crudos y a continuación alimentos ya cocinados.

Separaremos la comida, tanto para manipularla como para almacenarla y así evitar contaminaciones cruzadas.

Usaremos envases diferentes para las frutas y verduras; y para las carnes, aves, pescados, mariscos y huevos y los alimentos se colocarán apropiadamente separando los crudos de los cocinados.

Dado que los alimentos pueden estar contaminados por microorganismos, un correcto cocinado elimina su presencia, por lo tanto el tiempo y/o la temperatura de cocinado deben ser suficientes como para asegurar un correcto proceso de cocinado.

Solo falta el último paso. Los alimentos que no vayamos a consumir, antes de guardarlos en la nevera o en el congelador los dejaremos enfriar, no se van a refrigerar o congelar calientes. Los alimentos cocinados los colocaremos en estantes situados sobre los alimentos crudos, debido a que los segundos podrían gotear y contaminar a los ya elaborados. Para mayor seguridad, envasaremos o taparemos todo lo que vayamos a guardar.

También vigilaremos los termostatos. El refrigerador debe estar entre 2 y 6 grados centígrados, mientras que el congelador entre -12º y -18º.

El descongelado tiene su técnica

Existen dos métodos óptimos para descongelar la comida, tanto la cruda como la ya cocinada. El primero es el de toda la vida: dejar los alimentos dentro de su envase durante 24 horas en la balda inferior del refrigerador. El segundo consiste en el uso de la función de “descongelar” de nuestro microondas. No es aconsajeble depositar los comestibles en el fregadero o en otra superficie de la cocina para que se descongelen a temperatura ambiente. Esta práctica no es segura porque favorece el desarrollo rápido de bacterias. Por último, no recongelaremos algo que ya hayamos descongelado previamente.