Un pucherito rico y nutritivo con tres ingredientes que, ya por sí solitos, son espectaculares.
Podrían ser cocinados de forma individual aportándonos nutrientes esenciales, pero cocinados juntos en esta receta nos llevan al Olimpo de los dioses de la nutrición y el placer.
Los garbanzos
Empecemos con esta leguminosa utilizada desde tiempos remotos en la cocina. Tan remotos que hay indicios de garbanzos cocinados en excavaciones preneolíticas en Sicilia. Cada vez que tomemos un cocido o un rico puchero deberíamos agradecérselo a los cartagineses ya que fueron ellos quienes lo introdujeron en la península.
¡No contienen gluten! Estáis de enhorabuena celiacos, alérgicos y sensibles al gluten…que no es lo mismo (https://canduran.com/intolerancia-al-gluten-las-diferencias-celiaco-sensible-alergico/).
Aunque la solución para este “contratiempo” es la misma: No tomar gluten. Así que este pucherito lo podéis tomar y disfrutar sin miedo a padecer las molestas y, en ocasiones, graves consecuencias.
Son mucho más fáciles de digerir que otras legumbres. ¿Oído, flatulentos?
Tiene una cantidad importante tanto de fibra soluble como de fibra insoluble y por eso disminuyen la absorción del colesterol y de los azúcares, son saciantes y regulan el tránsito gastrointestinal (¿Quién dijo estreñimiento?)
Cada 100 g de garbanzos nos regalan 6,7 mg de hierro (2,7 mg más que 100 gramos de espinacas…¿Cómoooooooo? Pues sí, es verdad, en un momento vamos a desmontar el “mito de las espinacas”. Este alto contenido en hierro asociado a la vitamina C que facilita su absorción y al ácido fólico hace que sean un alimento TOP para tener muy en cuenta en personas con anemia asociada a la falta de hierro y en su prevención. Y tenemos un aliado en la lucha contra la anemia.
Y por si todo esto fuese poco, por cada 100 g de garbanzos que consumimos estamos tomando 20 g de proteína de origen vegetal.
Todos estos beneficios y aun por encima están riquísimos…¡yo te lo compro!
Solo 3 detallitos:
- Las personas con ácido úrico elevado deben moderar su consumo ya que tienen alto contenido en ácidos nucléicos que pueden desencadenar un ataque de gota. He dicho moderar, no abstenerse.
- Los que tengan problemas de tiroides…pues igual debido al yodo que aportan los garbanzos.
- ¡Y NO OS LOS COMÁIS CRUDOS! Doy por hecho que a nadie se le ocurre, pero después de muchos años como farmacéutica detrás del mostrador, tengo claro que hay que decirlo todo “por si acaso”. Pueden ser tóxicos, pero otro día hablaremos de eso igual que de las propiedades como “antinutrientes” que se les achacan a las legumbres. Solo repetiré una frase que decía el antiguo médico Paracelso: “Nada es veneno y todo es veneno: la diferencia está en la dosis”. Queda pendiente la explicación.
Las espinacas
Oro verde le llaman, igual son demasiados oros en el mundo de la nutrición pero no van desencaminados.
“Come plátano” por eso del potasio dicen… pues 100 g de plátano aportan 370 mg de potasio mientras que la misma cantidad de espinacas nos regala 554 mg. ¡Anda! ¿Pero qué me dices? Pues así es.
Además el alto contenido en magnesio colabora en el metabolismo energético, mantenimiento de la función muscular y nerviosa, ritmo cardiaco, sistema inmunológico saludable y una óptima presión arterial.
100 g de espinacas nos dan 2/3 de las necesidades diarias de vitamina A, la mitad de vitamina C ,1/4 parte del hierro y magnesio y casi la totalidad de ácido fólico. No hay otra.
¿Os cuento un secreto? Las espinacas no tienen tanto hierro como dicen, es más, no tienen más hierro que la lechuga y solo la mitad que los garbanzos. ¡Quién lo iba a decir! ¡Toda mi vida pensando que Popeye adquiría una fuerza sobrenatural al tomar la lata de espinacas y era mentira!
Todo comenzó en 1870 cuando el químico alemán E. Von Wolf analizó la cantidad de hierro que tenían las espinacas, bueno, realmente comenzó cuando al publicar los resultados se equivocó y corrió la coma hacia la derecha poniendo que 100 g de espinacas tenían 40 mg de hierro cuando la cantidad correcta era 4 mg. Este dato no fue corregido hasta 1937 pero “el daño” ya estaba hecho: Popeye nació de la mano de Elzie Crisler Segar en enero de 1929 como personaje de una tira cómica publicada en el periódico americano New York Evening Journal. En esas tiras, que pronto se hicieron populares, Popeye tocaba la cabeza de una gallina para convertirse en “El increíble Hulk versión marinera”.
No fue hasta 1933 cuando Fleischer lo llevo al cine en forma de cortometrajes y cambió la gallina por una lata de espinacas. ¿Y por qué habrá hecho este cambio Fleischer? Se habla de que la población norteamericana tenía un grado de desnutrición elevado, las anemias por falta de hierro eran muy frecuentes, el final de la Gran Guerra (1914-1918) no quedaba muy lejos y después vino el Crack de 29 y la posterior época negra de La Gran Depresión. La creencia de que las espinacas eran una mina de hierro estaba interiorizada por la población y Fleischer tomó ese dato como válido.
Este hecho fue aprovechado por las autoridades sanitarias para promocionar su consumo y aunque probablemente no acabaron con la alta incidencia de anemia en la población, si que consiguieron subir las ventas de las espinacas un 33% logrando ayudar al sector agrícola a remontar la crisis.
¿Y todos esos niños comiendo espinacas para ser como Popeye? ¡Eso no tiene precio! Esas hojas verdes que todos odiaban …Aún recuerdo el día que a mi madre le dije que no me tomaba ni de broma eso que parecía asfalto y me lo puso otra vez para cenar (creo que casi todos vivimos intensamente ese odio por ”las cosas verdes” y a algunos os sigue pasando). Por favor, que los niños no se enteren de que esa lata de espinacas tenía que llevar algo más para provocar la hipertrofia muscular repentina de Popeye. Un buen amigo mío diría que “desayunaba fuerte» A buen entendedor…
En fin, aunque las espinacas no tengan el hierro prometido tampoco podemos decir que se queden cortas, no son despreciables los 4 mg por cada 100 gramos y menos si van acompañados de vitamina C que facilita su absorción a nivel intestinal (como los garbanzos, el mundo está lleno de casualidades).
Para completar la receta nos queda comentar algo sobre los huevos (podrían ser de la mismísima gallina de Popeye) pero no nos vamos a extender mucho más, vamos a dejarlo para cuando Carmen Albo nos regale una receta de huevos. Basta con decir que son fuente de proteína de origen animal y que “ojito” con el abuso ya que el nivel de colesterol que tienen es elevado. No pasa nada por tomar 2 huevos cocidos…bueno…¡sí que pasa! Que queda un puchero de garbanzos con espinacas capaz de enamorar a la novia de Popeye.
Ningún viento es favorable para quien viaja sin rumbo. No lo dijo Popeye, lo dijo Séneca. Y yo os digo: Que vuestro puerto de destino sea una alimentación saludable, ya veis que puede ser un manjar también.
Disfrutadlo con salud.
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