Debido a la situación de guerra que Europa está viviendo en Ucrania, ha vuelto a oírse el nombre de las ONGs.
En Enclave de Salud hemos dedicado un capítulo a una de ellas, con intención de aclarar al público en general cómo se podía ayudar a la población ucraniana proporcionándoles medicamentos; a algo, a lo que como farmacéuticas/os, nos dedicamos.
Muchas veces he oído a la gente decir «yo no soy una ONG» o «esta empresa no es una ONG», personalmente, me gustaría intentar aclarar un poco más este concepto.
¿Pero qué es realmente una ONG?
Desde un punto más teórico, el universo de las ONG engloba una amplia gama de organizaciones que se dedican a distintas actividades a lo largo del mundo.
Como su nombre indica, se trata de organizaciones no gubernamentales, pero la controversia suele surgir más en torno a su financiación como fuente de intereses políticos, religiosos o de otra índole.
Pero hablaré desde un punto más personal
Mi nombre es Ángeles y he tenido la suerte de trabajar como farmacéutica en una ONG de calado internacional llamada Médicos Sin Fronteras (MSF). Mi sueño comenzó hace muchos años, cuando era pequeña. Adoro la diversidad, las lenguas, pero, sobre todo, aprender. En el año 2017 llegó mi oportunidad. Yo soñaba con trabajar con Médicos Sin Fronteras. Tal vez puedan pensar que la primera razón era obtener algún tipo de prestigio, pero sinceramente, lo que yo buscaba era aportar algo y adquirir la capacidad de poder opinar sobre ciertos aspectos de la vida, no siempre justos, siendo partícipe en un contexto en primera persona.
Ángeles Pérez trabajando para Médicos Sin Fronteras en Sudán del Sur, imagen de archivo.
Entre los objetivos de esta ONG está el de ayudar a las personas que malviven dentro de su propio país –héroes y heroínas de esta historia– y, cuando se retiran del escenario, dejar infraestructuras que permitan a la población seguir hacia adelante sin su ayuda. Nada que ver con esa idea generalizada de «llegar» y dar «cosas»; MSF se centra en ofrecer servicios médico-humanitarios, en ofrecer ayuda y soporte a la dignidad y ganas de vivir de personas que pasan por situaciones extremas (conflictos armados, violencia, epidemias, desastres naturales..) y la exclusión de atención médica, por la suerte y destino de donde han nacido.
Ciudades o poblaciones con proyectos de MSF en 2020, marcado en rojo Malakal. El trazado de fronteras y la toponimia no representan opinión alguna de MSF sobre el estatus jurídico de estos territorios.
Malakal (Sudán Sur) fue mi proyecto en terreno como farmacéutica, en un entorno de guerra latente, que se prolonga desde su independencia de Sudán en 2011, hasta hoy en día. Bajo la supervisión desde la capital, de mi farmacéutica de misión, proveíamos de medicación a este provecto y esporádicamente a otros donde MSF operaba y sigue operando.
Malakal era entonces un proyecto de gran magnitud que abarcaba un campo de refugiados y el hospital de la capital. Se trataban enfermedades parasitarias, como la malaria o la leishmaniosis, el VIH, la meningitis, la tuberculosis y diversas enfermedades mentales. También implicaba colaborar con el laboratorio, en pediatría, en traumatología, actuar frente a la violencia de género, en concepción, VIH, campañas de vacunación y un largo etcétera.
Vista aérea del campo de refugiados y hospital de Malakal, imagen de archivo.
Igual que aquí, cuando trabajas con MSF, la/el farmacéutica/o es responsable de todos los medicamentos que se dispensan, necesarios para que el personal médico y de enfermería pueda realizar su trabajo y mantener la atención a pacientes. En mi caso, tenía a mi cargo tres farmacias y aquellas unidades que precisasen supervisión farmacéutica, incluidos los stocks para los planes de emergencia y la medicación para el personal.
Echaba de menos saber más y no me llegaban las horas de trabajo. Para mí era difícil priorizar, porque todo lo que tenía que hacer me parecía importante. Es entonces cuando surge otro aprendizaje: el trabajo real en equipo. Entre lo más impresionante de trabajar a este nivel, está el hecho de hacerlo mano a mano con médicas/os y enfermeras/os de distintos países y culturas. Cada uno es perfectamente consciente de la función que desempeña, pero ésta va más allá de los egos. Y es que la muerte, ese tabú del que no hablamos, nos convierte a todos y todas en iguales. Estaba rodeada, además, de un equipo logístico impresionante, responsable de nuestra seguridad y de hacer llegar y distribuir los pedidos de medicinas al proyecto.
Imagen de archivo.
Como Ucrania nos ha recordado, en ciertas partes del mundo los pedidos no son al día o de la mañana para la tarde. Nuestra pesadilla eran los “shortages” -lo que aquí llamamos “faltas”-, es decir, la carencia de medicamentos esenciales, esos que intentabas tener siempre disponible y que un brote o una emergencia te dejan sin existencias. Por ello, incluso las retiradas de caducidades debían programarse con meses de antelación. Otro de los problemas eran los desechos, sin punto SIGRE, que tenías que gestionar, y la falta de agua en algunas dependencias.
Todavía recuerdo el montaje de la farmacia en el hospital de Malakal, hospital que posteriormente MSF cedería al gobierno sudanés. El día de su inauguración coincidía con la distribución de los pedidos a las farmacias y servicios accesorios, por lo que el equipo de farmacia no podía asistir, pero el reconocimiento de nuestras/os compañeras/os dejó patente nuestra labor ante las autoridades.
Sala de pediatría del hospital de Malakal, imagen de archivo.
Recuerdos en segundo plano: problemas con el control de temperaturas, inundaciones, ratas y una Mujer dirigiendo mayoritariamente a un equipo de hombres. No tengo palabras para describir la resiliencia de la población y su sonrisa, algo que, a veces, se nos olvida practicar.
Aprendí muchas cosas en aquellos días. Más de las que puedo escribir en este artículo e incluso más de las que puedo expresar, y sigo si cabe, con más dudas existenciales.
Permítanme decir, la guerra en Ucrania, un país del primer mundo, genera necesidades inherentes a cualquier guerra y lo que me gustaría recordar son dos o tres preguntas COMUNES a todas ellas:
- ¿Es la salud un derecho? (declaración de Alma- Ata 1948)
- ¿Dependen las fronteras del origen de las personas refugiadas? (Convención sobre el Estatuto de los Refugiados, 1951 – ACNUR)
- ¿Somos las/los farmacéuticas/os personal sanitario?
“Hay muchos tipos de héroes”, ¡quizá todos llevamos una/o dentro en nuestro día a día! (Carlos Varela (2019). Why not? [canción]. El Grito Mudo).
Espero que te haya interesado mi experiencia y, si quieres investigar más sobre Médicos Sin Fronteras, desde Enclave de Salud te dejamos el siguiente enlace www.msf.es
«La acción humanitaria es un gesto solidario de sociedad civil a sociedad civil, de persona a persona…Debemos nuestra independencia financiera a los más de seis millones de personas y entidades privadas que son socias o colaboradoras de MSF en todo el mundo… Podemos prestar testimonio para denunciar las situaciones que presenciamos. Pero no aspiramos a transformar una sociedad, sino a permitirle superar un periodo crítico…» MSF
AUTORA
M. Ángeles Pérez
Farmacéutica
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