Exploramos las claves para un uso seguro y responsable de los cosméticos, según las recomendaciones de la AEMPS. 

La Agencia Española de medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), a través del Sistema Español de Cosmetovigilancia, registra los casos de efectos no deseados de cosméticos que les llegan. Tras la evaluación de los datos, se extrae que muchos de estos efectos indeseados son debidos a un uso inadecuado, de manera consciente o inconsciente por el consumidor, como por ejemplo: no emplear el producto como indica el etiquetado ni hacer caso a las advertencias que figuran en éste; utilizar el cosmético con un fin diferente al especificado o no respetar el plazo establecido para usarlo después de la apertura.

Para concienciar a la población sobre el uso correcto de productos cosméticos, la AEMPS ha publicado un listado de diez recomendaciones con las que podemos utilizarlos de manera adecuada y así evitar consecuencias derivadas de su mal uso.

1

Leer el etiquetado, siguiendo el modo de empleo y prestando atención a todas las advertencias y precauciones.

Es algo imprescindible si queremos emplear el producto. Debemos fijarnos bien en las instrucciones que se nos indican para utilizarlo y cerciorarnos de que ninguna advertencia nos prohíbe usar ese cosmético.
2

No utilizar el producto para un fin distinto al previsto por el fabricante.

Cada producto tiene un objetivo, y está señalado para ser empleado en una parte concreta del cuerpo. Al ser empleado con un fin distinto al establecido en su fabricación, no solo perderá eficacia, sino que también puede ser perjudicial para nuestra salud.
3

Respetar la fecha de duración mínima o plazo después de la apertura.

Está indicada en meses o años dentro del símbolo del bote con la tapa abierta que podéis encontrar en el envase del producto cosmético en cuestión.
4

Conservar los productos adecuadamente, mantener los recipientes limpios y bien cerrados, evitando la exposición a temperaturas extremas o luz solar directa.

Es importante guardar los cosméticos en un lugar protegido de la radiación solar, a una temperatura más o menos fresca, y asegurarse de que el envase está bien cerrado. De lo contrario, puede afectar tanto a la estabilidad como a la seguridad del producto.
5

Lavarse las manos antes de usar el producto.

Para evitar, en la medida de lo posible, la presencia de gérmenes en el cosmético, es fundamental que nos lavemos bien las manos antes de emplearlo. Así podemos evitar complicaciones en el uso del producto que nos puedan costar caras.
6

No compartir productos que puedan estar en contacto con fluidos orgánicos o mucosas, como los lápices labiales o de ojos.

Una práctica muy habitual que también tiene mucho de antihigiénica. Si dejamos de compartir estos productos, utilizados en zonas delicadas y expuestas a la proliferación de gérmenes, evitamos el traspaso de enfermedades infecciosas como la conjuntivitis o el herpes.
7

No mezclar productos distintos ni agregarles ninguna sustancia adicional a no ser que lo indique el fabricante.

Debemos emplear el cosmético tal como lo hemos adquirido, sin hacer combinaciones con otros productos. De lo contrario, su seguridad no puede asegurarse, ya que los ingredientes pueden reaccionar generando otros no identificados.
8

Evitar el trasvase de productos no destinados por su fabricante para tal fin.

Si trasvasamos el producto cosmético, corremos dos riesgos: el primero es que se pierden las garantías del producto, como la lista de ingredientes, las advertencias o el modo de empleo; el segundo es que, con la manipulación, se incrementa el riesgo de contaminación microbiológica.
9

En el caso de dispensadores comunitarios no reutilizables, desecharlos tras haber consumido su contenido.

Los riesgos son muy parecidos a los que corremos en el punto anterior: pérdida de garantías y aumento del riesgo de contaminación. Si acabamos el producto, debemos eliminar los envases, ya que su reutilización no garantiza un uso seguro.
10

Tirar los productos que presenten alteraciones en su color, olor o consistencia.

De aquí proviene también la importancia de conservar bien los productos y respetar sus fechas de consumo. Ante el mínimo riesgo de que el cosmético pueda estar en mal estado, debemos deshacernos de él.

Si nos encontramos ante un posible efecto no deseado derivado del uso de un producto cosmético, podemos comunicárselo a un farmacéutico para su notificación al punto de contacto de Cosmetovigilancia.

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