El vértigo, definido con frecuencia como una sensación de mareo o inestabilidad, es un trastorno que aunque en la mayoría de los casos no es grave, merma de manera importante la calidad de vida de quienes lo padecen.

Según la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello, una de cada cinco personas sufre algún episodio de vértigo o de mareo a lo largo de su vida.

¿QUÉ ES EL VÉRTIGO?

Lo primero que debemos saber sobre el vértigo es que es un síntoma, no una enfermedad y por lo tanto se produce a consecuencia de otras enfermedades.

Se caracteriza por una sensación desagradable de percepción de un movimiento que no existe.

Normalmente es una sensación de movimiento giratorio de nuestro cuerpo o del ambiente que nos rodea, causando un mareo que puede ir de leve a intenso e incluso con presencia de náuseas, vómitos y cefaleas.

A menudo el vértigo presenta un carácter recurrente y repercute en la calidad de vida de quien lo padece. Este trastorno conlleva el riesgo de sufrir caídas y por lo tanto es habitual que las personas que lo sufren de forma recurrente acaben adquiriendo hábitos de vida más sedentarios reduciendo su actividad laboral e incluso su ocio.

LAS CAUSAS MÁS FRECUENTES

El vértigo se produce por alteraciones en el oído interno, en los nervios que conectan el oído interno con el sistema nervioso central o en las propias estructuras cerebrales. En el oído interno se localiza el aparato vestibular, responsable del sentido del equilibrio. Cuando se altera la información que llega al sistema nervioso central, generalmente por un trastorno en el aparato vestibular, se producen los cuadros de vértigo.

El tipo de vértigo más común es el Vértigo postural paroxístico benigno, que tiene lugar cuando se dan cambios de posición, por ejemplo, al girar en la cama, al acostarse o levantarse, o con inclinaciones de cabeza. Es un vértigo recurrente y de corta duración (segundos).

Suele ser más frecuente en mujeres a partir de los 40 años y aunque en la mayoría de los casos su origen es desconocido puede aparecer tras un traumatismo craneal (que puede ser leve) o una cirugía del oído, entre otros motivos.

La enfermedad de Ménière es otra de las causas que originan vértigos. Se trata de una enfermedad crónica que suele afectar solo a un oído y aunque la causa exacta se desconoce, se cree que un exceso del líquido que llena las cavidades del oído interno es el responsable de la aparición de síntomas: vértigos, náuseas, ruidos en el oído y pérdida auditiva.

Suelen ser episodios de vértigo que duran entre 30 minutos y 3 horas.

La migraña vestibular es otra de las causas frecuentes. Su afectación es más probable en personas con antecedentes familiares de migrañas. Además de los síntomas propios de la migraña (intenso dolor de cabeza, náuseas, mareos…) se intercalan con los síntomas del vértigo.

¿Se puede hacer algo para prevenirlo?

En función del tipo y causa que origina el vértigo, el abordaje y el pronóstico difieren. En general el vértigo relacionado con las alteraciones del oído medio evoluciona de modo favorable y en muchos casos se resuelve espontáneamente.

Para reducir las posibilidades de padecer vértigo postural benigno la mejor opción es evitar los cambios bruscos y repentinos de posición que pueden detonar en un ataque.

En el caso de padecer enfermedad de Ménière, antes de instaurar tratamiento farmacológico es aconsejable seguir una dieta baja en sal, reduciendo las sustancias excitantes como la cafeína o el tabaco y evitando situaciones estresantes.

¿Qué hacer ante un episodio de vértigo?

Hay ciertas pautas que podemos seguir para aliviar los síntomas y reducir su impacto sobre nuestra calidad de vida. No obstante, debes saber que si es la primera vez que aparece el vértigo, o si los síntomas persisten durante más de 24 horas, es importante acudir a la consulta médica para tratarlos con un especialista.

  • Si tenemos síntomas que nos adviertan de la aparición de un ataque de vértigo, lo ideal es que mantengamos la vista fija en un objeto inamovible, como puede ser un mueble.
  • Tumbarse de inmediato en una postura cómoda, sobre una superficie rígida, que evite desplazamientos de la cabeza.
  • Colocarse manteniendo una postura que disminuya el vértigo, por lo general sobre el lado afectado.
  • Evitar los cambios bruscos de postura, ya que son los grandes causantes del vértigo postural benigno.
  • Conviene no comer ni beber en exceso, ya que así son más fáciles de controlar las náuseas y los vómitos.
  • Cuando remitan los síntomas, podemos incorporarnos muy lentamente, con un progreso gradual. Primero podemos reclinarnos, sentarnos después y, por último, levantarnos.
  • Es probable sentir cansancio o sueño tras el ataque, así que dormir en ese momento es una muy buena idea.

Sufrir un ataque de vértigo es algo muy desagradable pero más habitual de lo que podemos imaginar. Si sufres uno no debes alarmarte, esperamos que estos consejos te ayuden y recuerda que en la farmacia podemos responder a las consultas que tengas.

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