Una excesiva exposición al sol sin las medidas de protección adecuada puede ser responsable de la aparición de un eritema solar, más conocido como quemadura solar. Una lesión molesta, que puede llegar a ser muy dolorosa y en ocasiones seria. Por suerte, con unas sencillas recomendaciones puede prevenirse.

¿Qué es un eritema solar?

Un eritema o quemadura solar es, básicamente, una lesión aguda de la piel producida por la radiación solar. Es una de las afecciones de la piel más frecuentes, causada por una sobreexposición a las radiaciones ultravioleta. Pese a lo común de las quemaduras, el sol no nos afecta a todos de la misma manera y, en este caso, el daño que nos haga va a depender de factores relacionados con las condiciones de la exposición (latitud, altitud, hora del día, estación del año…) y de factores propios del individuo como el fototipo de piel.

Las quemaduras solares se manifiestan a las pocas horas, aparece un enrojecimiento doloroso de la piel, molestias al mover la zona y, en algunos casos, una ligera hinchazón. Los síntomas se intensifican a las 24 horas. En casos más graves pueden aparecer ampollas e incluso fiebre, escalofríos o náuseas.

Además de sus efectos inmediatos, conviene saber que sufrir quemaduras incrementa de manera progresiva el riesgo de padecer cáncer de piel, ya que la radiación solar es acumulativa y cada sobreexposición supone un factor de peligro.

¿Cómo prevenir las quemaduras solares?

Como siempre, las probabilidades de sufrir un eritema solar serán mucho menores si adoptamos las medidas de prevención adecuadas. Protegiendo nuestra piel, pondremos barreras ante el sol y ese blindaje hará que sea mucho más difícil que nos dañen las radiaciones ultravioleta. Las principales medidas que podemos tomar son:

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Aplicar crema solar al menos media hora antes de la exposición solar, siempre con un FPS acorde a nuestro fototipo (a menor fototipo mayor FPS) y renovar su aplicación mínimo cada 2 horas, especialmente tras el baño, el secado o tras una transpiración excesiva

2

Al usar el fotoprotector, debemos centrarnos especialmente en las zonas más sensibles como la cara, orejas, nariz u hombros.

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El uso de ropa y sombrero también es una buena protección.

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Controlar las horas en las que nos exponemos al sol. Por ejemplo, se debe evitar la franja horaria en la que el sol incide directamente sobre nosotros, ya que presenta mayor agresividad.

5

Los bebés no deben estar expuestos directamente al sol.

6

Utilizar fotoprotector incluso en días nublados.

¿Qué hacer en caso de sufrir un eritema solar?

Lo primero que tenemos que hacer es evaluar su gravedad. Si se acompaña de fiebre, escalofríos o náuseas, es importante que acudamos al médico inmediatamente. Por el contrario, si afecta únicamente a la piel, el tratamiento irá dirigido a calmar los síntomas y a restaurar el aspecto de la piel:

  • Una ducha con agua templada nos va a aliviar las quemaduras
  • Beber agua abundante servirá para rehidratar nuestro cuerpo y piel.
  • Aplicar una loción calmante y regeneradora.
  • Es mejor evitar la ropa ceñida, ya que el contacto de la tela con la piel puede ser muy doloroso. Es preferible utilizar prendas holgadas y de algodón.
  • En los días siguientes a la aparición del eritema, se debe evitar la exposición al sol.
  • Si tenemos ampollas, conviene no tocarlas y protegerlas con una gasa seca.

La importancia de los productos post-solares

Además de todos los consejos anteriores, después de cada exposición solar, con o sin eritema: el uso productos post-solares o aftersun nos ayudará a regenerar y cuidar la piel.

El producto post-solar incorpora en su formulación componentes que ayudan a calmar, hidratar y a recuperar la elasticidad de la piel tras la exposición al sol, incluso muchos, ayudan a prolongar el bronceado.

No solo hay que usarlo cuando hay enrojecimiento cutáneo, se debe aplicar tras cualquier exposición al sol. Después de una ducha, lo aplicamos y, de esta manera, regenera, repara y refresca.