Es una enfermedad originada por la reactivación del virus de la Varicela – Zóster. El virus primero da lugar a la varicela y una vez que termina la infección, se acantona en los nervios, se mantiene sin actividad, y pasado un tiempo puede dar lugar al herpes zóster.

La reactivación del virus está favorecida por ciertas circunstancias como son:

  • Edad: la incidencia se incrementa a partir de los 50 años
  • Estado inmunológico: infección por VIH, tratamiento con inmunosupresores
  • Pacientes con cáncer y tratamiento oncológico activo
  • Estrés tanto físico como emocional

Manifestaciones clínicas habituales del herpes zóster

Vesículas de diferentes tamaños con líquido que se distribuyen por los llamados dermatomas (regiones de piel inervadas por los nervios de un solo ganglio espinal), característicamente se localizan en un solo lado de la zona en la que se aparecen. Los lugares más habituales son: tórax y abdomen, el herpes zóster en estas regiones es lo que comúnmente se llama “culebrilla”. Con menor frecuencia aparece en cara, cabeza…

También son síntomas típicos la sensación de hormigueo y  el dolor y el picor que pueden mantenerse en el tiempo aun cuando han desaparecido las manifestaciones cutáneas.

El dolor que no desaparece en meses o años da lugar a la llamada neuralgia postherpética, algunos casos requieren un tratamiento específico con fármacos con indicación en este tipo de dolor neuropático.

El herpes zóster no es contagioso, pero hay que tener en cuenta que las ampollas contienen el virus y pueden contagiar la varicela a las personas que todavía no la hayan pasado, tras el contacto con las vesículas hay que hacer un adecuado lavado de manos. Si las personas ya han tenido la varicela no hay riesgo de contagio.

Diagnóstico del herpes zóster

El diagnóstico se realiza por la clínica ya que los signos y síntomas son muy característicos, y no suele ser necesaria ninguna prueba específica, solo algunos casos requieren confirmación con determinaciones de laboratorio como puede ser una PCR.

Tras la sospecha de herpes zóster debe de consultarse con el médico para confirmar el diagnóstico y para que éste haga una valoración de la necesidad de tratamiento.

El tratamiento

El tratamiento farmacológico está orientado a aliviar el picor, el dolor y el malestar del paciente. Se utilizan: antihistamínicos, cremas con capsaicina que es el extracto que contiene la pimienta, paracetamol…

El tratamiento con antivirales suele utilizarse en pacientes en los que pueda haber más riesgo de complicación: mayores de 50 años, pacientes con Diabetes Mellitus, pacientes con las defensas bajas, pacientes con herpes zóster en la cabeza o en la cara.

Este tratamiento debe de iniciarse en las primeras 72 horas tras la aparición de las vesículas para evitar las posibles complicaciones.

Además se recomendarán una serie de medidas higiénicas durante la infección por el virus del herpes zóster:

  • Para aliviar el picor se pueden colocar compresas frías y húmedas sobre la piel afectada
  • Utilizar ropa cómoda para evitar las molestias por el roce
  • Llevar a cabo la higiene habitual para evitar la infección de las lesiones

Las personas que han tenido varicela tienen mayor riesgo de tener un herpes zóster. La vacunación es la mejor manera de prevenir el zóster. En la actualidad tenemos una vacuna para la varicela que se administra en la infancia y la del herpes zóster en la edad adulta.

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