La piel es muy selectiva

Una de las funciones de la piel -sí, la piel tiene muchas funciones, algunas de ellas pueden ser sorprendentes- a lo que íbamos, una de las funciones de la piel es lo que llamamos la “función barrera”. La función barrera de la piel es mucho más que evitar que las sustancias que están en el exterior logren introducirse en el organismo. La clave está en que la piel es una barrera selectiva de sustancias, unas entran y otras no. Entender este proceso es muy importante para los farmacéuticos ya que nos permite vehiculizar diferentes principios activos a través de preparados tópicos para que penetren a diferentes profundidades de la piel e incluso, en algunos casos, lleguen a distribuirse a través de la sangre.

Otra de las funciones de la piel es la de defensa química. La piel segrega una sustancia, una emulsión protectora que solemos llamar manto hidrolipídico, que la recubre. Gracias a su pH ácido nos protege de diferentes patógenos.

A pesar de todo esto, sobre nuestra piel viven muchas bacterias. Algunas de ellas no son patógenas, pero otras están preparadas por si hay una oportunidad, introducirse en el organismo y causar infecciones.

Hoy vamos a hablar de dos de estas bacterias: el Streptococcus de grupo A y el Staphylococcus áureos.

Dos viejos conocidos

¿Pero esto no iba sobre el impétigo? Sí, llegaremos enseguida.

Hay dos bacterias potencialmente patógenas que viven en nuestra piel, el Streptococcus de grupo A y el Staphylococcus áureus.

  • El Streptococcus de grupo A suele estar presente sobre la piel y en la garganta. En muchos casos no produce enfermedades, y la mayoría de las que produce son leves, como el faringoamigdalitis o el impétigo. De forma mucho menos habitual es capaz de producir enfermedades más graves como la fascitis necrotizante (que suele llamarse “la bacteria carnívora”) o el síndrome shock tóxico.
  • El Staphylococcus áureus también es una bacteria presente sobre la piel que no suele causar enfermedades, pero que, cuando hay una ruptura de la barrera, o una bajada de defensas por otras enfermedades es capaz de producir impétigo y otras patologías. Existen cepas que han generado resistencias a antibióticos y pueden plantear un serio problema de salud, especialmente en pacientes inmunodeprimidos.

Y por fin, el impétigo

El impétigo es una infección de la piel, normalmente benigna, que ocurre a nivel de la epidermis (la capa más superficial de la piel) ,se caracteriza por la aparición de ampollas que desprenden un líquido color miel y generan costras amarillentas. Aunque puede aparecer en cualquier lugar de la piel, lo más habitual es que se presente alrededor de la nariz y la boca, pudiendo colonizar el interior de la nariz y también en los brazos.

Impétigo

Suele debutar con una primera lesión que pica y provoca el rascado.Termina explotando y liberando líquido que hace que la infección se extienda. No suele acompañarse de fiebre.

El impétigo es contagioso, y requiere tratamiento antibiótico tópico que debe prescribir un médico tras identificar la infección, cosa que no siempre es fácil. En caso de complicaciones puede ser necesario recurrir a tratamiento por vía oral.

Factores de riesgo

Cualquier persona puede padecer impétigo, pero hay algunos factores que multiplican el riesgo:

  • Edad. Es más habitual en niños de entre 2 y 5 años.
  • Personas con sarna. Puedes aprender más sobre la sarna humana en este artículo. Las lesiones típicas de la sarna favorecen la colonización por parte de las bacterias de las que hemos hablado.
  • Personas que realizan actividades que favorecen el rascado de la piel. Como algunas prácticas de pesca o algunos deportes.
  • Climas cálidos y húmedos.
  • Mala higiene corporal

¿Qué puedes hacer para prevenir el impétigo?

Lo más importante que podemos hacer es mantener una correcta higiene y lavar con agua y jabón para posteriormente desinfectar heridas, rascazos o picaduras que padezcamos.

¿Qué hago si creo que mi hijo tiene impétigo?

El impétigo necesita tratamiento antibiótico. En ocasiones es suficiente con antibióticos tópicos, pero también puede necesitar tratamiento por vía oral. En cualquier caso, el impétigo necesita ser diagnosticado por un médico, así que pide cita en tu centro de salud.

Algunas claves

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