La disfagia implica dificultad para tragar. La causa de este trastorno puede ser orgánica (obstáculo físico) o funcional (deterioro neurológico que afecta a la motilidad esofágica).

Deglución

Los órganos involucrados en el mecanismo de deglución son: la faringe, el esfínter esofágico superior, el esófago y el esfínter esofágico inferior. Todos funcionan de forma sincronizada para impulsar los alimentos y líquidos que se introducen en la boca hasta el estómago, al tiempo que previenen el reflujo.

Prevalencia de disfagia

La prevalencia de disfagia en la población general es entre 6-9% pero en ancianos aumenta hasta el 60%.

La disfagia se manifiesta por una sensación de malestar o bloqueo durante la deglución. Puede ser secundario a una patología, por ejemplo a un ictus.

Si la disfagia persiste y no se trata, puede ser la causa de varias complicaciones como desnutrición, deshidratación o infección pulmonar.

Tipos de disfagia

Existen varios tipos de disfagia: puede ser de tipo motor, por alteración de los músculos o de las zonas del cerebro que controlan la deglución, como en la esclerosis múltiple, esclerosis lateral amiotrófica (ELA), Alzheimer, Parkinson, accidente vascular cerebral (ACV), etc.

Puede ser mecánica, cuando existe dificultad para el paso de los alimentos, por ejemplo: en tumores en la cara, cuello o esófago.

Existen dos tipos de disfagia en función de la zona a la que afecta:

  • Orofaríngea si el paciente tiene dificultad para traspasar el alimento desde la bucofaringe hasta el esófago. Estos pacientes suelen tener salivación excesiva, lentitud para iniciar la deglución, tos, vuelta del alimento a la nariz, cambios en el habla y dificultad para ingerir líquidos.
  • Esofágica. Los pacientes con este tipo de disfagia sienten obstrucción a la entrada del estómago o dolor torácico y tienen dificultad para ingerir sólidos.

Síntomas

La disfagia genera una sensación de incomodidad o bloqueo al tragar. La presencia de este trastorno requiere un tratamiento rápido ya que sus consecuencias pueden ser graves.

Síntomas principales:

  • Presencia de tos o carraspeo frecuente después de comer o beber.
  • Cambios en la voz (voz gangosa, ronquera, etc).
  • Dificultades respiratorias después de comer o beber.
  • Babeo frecuente y dificultad para controlar las secreciones salivares o el bolo alimenticio en la boca.
  • Atragantamientos frecuentes.
  • Infecciones respiratorias o fiebre frecuentes.
  • Rechazo de alimentos que antes consumía por miedo a atragantarse.

Dieta recomendada en disfagia

Los alimentos deben ser de textura suave y homogénea. Se deben evitar los alimentos secos y pegajosos, los que se dispersan por la boca (galletas, biscotes, pan tostado), quesos curados, carnes fibrosas, frutos secos enteros, dulces que se adhieran al paladar, ojo con las espinas de los pescados….

La alimentación recomendada debe asegurar el correcto aporte hídrico, energético y de nutrientes.

Se debe buscar el volumen, la textura y la temperatura adecuada de los alimentos y cuidar también el aspecto, pues en ocasiones el apetito está disminuido.

Pautas

Existen diferentes tipos de texturas de las dietas y los alimentos, que permiten detectar qué necesitan las personas que padecen dificultad para tragar y que tienen riesgo de atragantamiento o aspiración:

  • Textura tipo B: dieta de disfagia puré fino.
  • Textura tipo C: dieta de disfagia puré espeso.
  • Textura tipo D: dieta de disfagia pre-triturada.
  • Textura tipo E: dieta de disfagia triturable con tenedor.

Se deben evitar los alimentos que puedan resultar difíciles de tragar como:

  • Alimentos fibrosos: espárragos, piña o alcachofa.
  • Alimentos pegajosos: miel, chocolate, caramelo o plátano.
  • Alimentos con semillas, espinas o huesos.
  • Alimentos de dobles texturas, es decir, que al ser masticados desprendan líquido como naranja, ciruela, sopa de pasta, bollos mojados en leche, etc.
  • Alimentos muy secos que al ser masticados puedan desprenderse como el pan tostado o los frutos secos.
  • Se debe ajustar la consistencia de los sólidos, desde triturados homogéneos a dieta blanda o de fácil masticación.
  • Los alimentos líquidos o los purés deben espesarse hasta conseguir viscosidad.

Otras recomendaciones

  • Para evitar el derrame de líquidos (sopa, consomé) de la cuchara, se pueden utilizar espesantes de venta en farmacias, gelatinas o harina de maíz.
  • Se deben administrar los alimentos en textura puré o papilla, en función de las necesidades de la persona.
  • Se pueden ablandar los alimentos sólidos añadiendo líquidos (leche, caldo, salsas) para conseguir texturas suaves.
  • Es importante modificar la forma de comer: ingerir cantidades pequeñas de alimento de una sola vez, masticar bien y lentamente y dar tiempo suficiente para su deglución; no añadir alimento en la boca, sin haber tragado lo anterior.

AUTORA

Amil López Vieitez

Doctora en Farmacia y Nutricionista

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