La emergencia sanitaria ocasionada por la COVID-19 ha originado que la llegada de una vacuna se acelere de manera excepcional

Hasta ahora el desarrollo de cualquier vacuna había supuesto una media de entre 4 y 7 años, por lo que los plazos de comercialización de las vacunas frente a la Covid-19 pueden parecer cortos y causar recelo. Lejos de ser así, os contamos cómo se ha conseguido una vacuna con tanta rapidez:

En primer lugar se han podido reducir los plazos, manteniendo todas las garantías de seguridad, eficacia y calidad exigidas para su aprobación a traves de solapar las fases del desarrollo de las vacunas.  Además, hay que decir, que la comunidad científica ha colaborado de manera global, se han movilizado recursos y  se ha facilitado financiación de un modo nunca antes visto. Por otra parte, los laboratorios implicados están produciendo a riesgo, es decir, fabrican antes de conocer los resultados de sus ensayos clínicos y sin saber si sus vacunas van a ser comercializadas.

Gracias al gran número de participantes voluntarios en los ensayos clínicos (decenas de miles), en menor tiempo se han obtenido datos de seguridad que permiten identificar claramente los efectos adversos en la fase preclínica.

Para la aprobación de la comercialización de medicamentos en los países occidentales dependemos de las Agencias de medicamentos que son las que tienen la responsabilidad de la autorización. Lo hacen de acuerdo con el criterio de expertos independientes que examinan y evalúan los datos conforme se van conociendo. Además, disponemos de procedimientos de aprobación rápida para situaciones que así lo requieren como en esta situación de emergencia sanitaria causada por la COVID-19.

Todas estas razones han permitido la aprobación de estas vacunas en el plazo más breve posible.

Es importante recalcar que no por acortar plazos se ha puesto en riesgo la seguridad de las vacunas, hay que tener presente que la aparición de reacciones adversas en ensayos clínicos es algo completamente normal y que está contemplado en los protocolos. Para poder autorizar cualquier vacuna o medicamento, el beneficio de su uso debe superar siempre al riesgo conocido en todas sus fases de desarrollo.

Hasta ahora no se ha identificado en la UE ninguna posible reacción adversa que pueda ser motivo de preocupación, pues las reacciones adversas provocadas por la administración de estas vacunas son en su mayoría leves y de corta duración, no siempre se manifiestan y aparecen durante los primeros días tras recibir la vacuna. Aunque los estudios indican que no hay indicios de efectos adversos graves, se sigue vigilando la aparición de cualquier reacción adversa que pueda aparecer a medio y largo plazo, si bien los ensayos clínicos llevan en marcha desde julio, y ya deberíamos tener datos sobre la posible aparición de efectos adversos graves.

Conviene aclarar que la aparición de un acontecimiento adverso tras la vacunación no tiene que estar causado necesariamente por la vacuna, muchos pueden deberse a problemas de salud que podrían haber ocurrido igualmente aunque no hubiese sido vacunado.

Actualmente se dispone de 3 vacunas autorizadas en la UE y 4 candidatas en fases avanzadas, todas ellas tienen como objetivo inducir una respuesta inmunitaria temprana y eficaz frente al coronavirus SARS-CoV2 aunque utilizan distintas estrategias para conseguirlo.

En cuanto a la desconfianza que pueda generar la administración de una u otra vacuna, es importante tener en cuenta que todas las que han sido autorizadas por las autoridades europeas han mostrado unos niveles adecuados de eficacia y seguridad siguiendo idénticos procesos y requisitos para su autorización. Las diferencias radican en los datos de eficacia, logística y perfiles de población en los que han sido ensayadas.

Para la administración de una u otra vacuna se tendrá en cuenta la información disponible y la disponibilidad de las mismas.